Salud mental y pandemia. Gabriela Blondeau, la psicóloga y especialista en el tratamiento de adicciones, explica el impacto de vivir en «estado de alerta». 

el encierro, la falta de contacto social, y el miedo y la incertidumbre por la pandemia de coronavirus afectaron, en alguna medida, a la salud mental de gran parte de la población. Todos estos cambios en la cotidianeidad tal como la conocíamos hasta marzo de 2020, impactaron además en quienes padecen problemas con el consumo de sustancias o algún tipo de adicción.

“El encierro alienó a las personas, las volvió más vulnerables y el miedo arrasó con los más lábiles”, analiza en diálogo con PERFIL Gabriela Blondeau, Licenciada en Psicología y psicoanalista (M.N.36971), que se especializa en el tratamiento de adicciones, angustia y estrés.

Blodeau plantea que la pérdida de contacto con otros puede ser un factor sumamente importante e incidir en los problemas con el consumo de sustancias: “Si el hombre no habla deja de ser humano. Las adicciones tienen que ver con la soledad, y el silencio del dolor no expresado, no puesto en palabras”, explica en esta entrevista, en la que afirma además que hubo un crecimiento en las consultas de pacientes por cuadros de ansiedad, trastornos del estado de ánimo y adicciones.

—Desde tu visión como profesional, ¿cómo es transitar una situación de pandemia y encierro para una persona con problemas de adicción?

—Transitar una situación de pandemia y encierro es en general traumático para todos, no solamente para aquellos sujetos que padecen problemas de consumos de sustancias o de algún tipo de adicción. Es un acontecimiento que irrumpe inesperadamente, inundando de una cantidad de afecto a la persona que su aparato psíquico no puede tramitar, esto por supuesto no es sin consecuencias. Si bien es difícil hablar de generalidades, las situaciones traumáticas llevan a las personas a buscar alguna manera de evitar el malestar que sienten, nadie quiere atravesar la angustia, por supuesto, y cada uno encontrará cómo arreglárselas con eso. Desde mi práctica puedo decir que hay sujetos que han incrementado el consumo, otros que iniciaron consumos de alcohol, tabaco y marihuana a partir del confinamiento. También es cierto que aumentó la demanda de psicofármacos notablemente. Si bien al comienzo las personas consumían sin cuestionarse, en esta segunda etapa por así decirlo hay un porcentaje que está preocupado por los niveles de consumo al que han llegado y el malestar que esto les está implicando, es decir, consumir no les está alcanzando para tapar, obturar el malestar, la angustia, el temor, la tristeza.

—¿Ves que impactó de alguna manera en el tratamiento para la salida de las adicciones?

—Y si, el encierro alienó a las personas, las volvió más vulnerables y el miedo arrasó con los más lábiles. Mucho escenario de pérdida, si bien siempre hay que pensar el caso por caso, nos encontramos ‘duelando’ un mundo que ya no es el que era, en una gran mayoría de la población con problemas de consumo hay algún un duelo sin elaborar, y algo del orden de lo insoportable se juega ahí que necesitan taponar con el objeto sustancia.

—Por lo que me comentabas que ves en tu trabajo con pacientes, sumado a estudios que durante 2020 hablaban de que el consumo de alcohol aumentó durante el aislamiento: ¿El encierro y la pérdida del contacto social, pueden generar o potenciar una adicción? 

—La pérdida de contacto social ha hecho estragos, el ser humano necesita socializar, no se puede pensar a una persona sola. En la película “El Náufrago”, al personaje que encarnaba Tom Hanks le pusieron una pelota, Wilson, que le hizo de compañero porque con alguien tenía que hablar. Si el hombre no habla deja de ser humano. Las adicciones tienen que ver con la soledad, y el silencio del dolor no expresado, no puesto en palabras: ¿Cuántas letras de tango hablan de emborrachar el corazón para apagar algún dolor? Citando a Freud, en su artículo “El Malestar en la Cultura”: “Bien se sabe que con la ayuda de los quitapenas es posible sustraerse en cualquier momento de la presión de la realidad y refugiarse en un mundo propio”.

—Varios estudios de la Observatorio de Psicología Social de la Facultad de Psicología en el primer año de la pandemia mostraron que se habían evidenciado sentimientos como ansiedad, angustia y miedo durante la cuarentena: ¿Crees que se profundizaron?

—No es solamente el tema del encierro, estamos frente a la muerte sin velos: muerte de personas, muerte de proyectos, muerte de trabajos, y podría seguir enumerando. Vivimos en estado de alerta, y el miedo y la angustia es una reacción acorde a lo que está sucediendo. Miedo, angustia y depresión han aumentado notoriamente, sumado a una pérdida de sentido de la vida. Es todo un aprendizaje saber qué hacer con eso. La población mundial está profundamente afectada por la pandemia en su estado de ánimo.

—Por las medidas de restricción y los cuidados, muchos reemplazaron la terapia presencial por la terapia virtual: ¿Se puede tratar o ayudar a un paciente -que tiene alguna adicción o no- al igual que en una sesión presencial?

— La terapia online es una modalidad que en un principio generó cierta resistencia desde los analistas y también por parte de los pacientes. Desde mi espacio fueron pocos los casos que en un principio decidieron poner en pausa su tratamiento hasta la vuelta a la presencialidad, de todas maneras algún tiempo más tarde aceptaron la propuesta y retomaron sus sesiones. 

—Se habla mucho de la tensión del personal sanitario en primera línea en hospitales. ¿Cómo ves la situación del personal abocado a la salud mental? 

—Percibo un poco más de tranquilidad dado que la mayoría han sido vacunados, de todos modos hay un gran agotamiento ante tanta presión de luchar con una enfermedad poco conocida, con una curva de casos en ascenso y que por el momento no da tregua, con el personal de las terapias intensivas exhausto por el trabajo continuo e intenso atendiendo cada vez a más cantidad de gente. Sumado a esto la cantidad de compañeros que se contagiaron y otros tantos que fallecieron, trabajaron y trabajan al límite. Por otro lado la vivencia de no ser reconocidos…

—¿Hubo sobrecarga en la atención, crecieron las consultas?

—Si, han crecido las consultas, especialmente cuadros de ansiedad, trastornos del estado de ánimo y adicciones. Hay un gran desconsuelo y la necesidad de volver a encontrarle un sentido a la vida, volver a creer, sin pensar en el covid, en los infectados, en el número de muertos, en si llegaron más vacunas. Este momento convoca a los profesionales de la salud mental a estar a la altura de la situación, generando espacios de contención que promuevan algún bienestar posible y el deseo de un porvenir.

Fuente: Diario Perfil

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